Antes de ser mamá (suena tan lindo) acuñé una expresión dedicada a aquellos que eran padres, solía decir que viven en una Burbuja Narcisista. Es ese bello y cómodo lugar donde dos, tres o más cosanguíneos comparten la misma irrealidad: importarles un carajo lo que acontece en el mundo exterior. Ejemplos sobrados lo dan los padres que dejan jugar a sus vástagos rompiendo objetos variados, haciendo ruidos violentos mientras los vástagos de otros al fin duermen, aquellos que hacen la vista gorda cuando los preciosos y regordetes deditos de sus niñitas de tres años se les meten con saña en los ojos de otro menor y por lo tanto indefenso, aquellas preciosas madres que ocupan toda la vereda en escenas dramáticas dignas del Oscar o Martín Fierro vernáculo: poner un saquito porque hace frío, subir al cochecito o entrar al patio de juegos. El patio de juegos o pelotero ¡otro caldero de burbujas!…El problema es cuando chocan unas con otras, es decir, no advierten el paso de un cochecito y despanzurran toda su humanidad obstaculizando sin culpas, dejan entrar a sus pequeños de seis al área de los de dos, y allí vemos cómo los sodomizan cual gángsters sacándoles los juguetes favoritos de las manos para luego apilarlos cuidadosamente en la casita la cual vigilan sus socios prestos a disparar chupetes babosos al primer deambulador que se acerque a recuperar lo perdido, los padres de estos confabuladores jamás lograrán darse cuenta, tan absorbidos en sus propias burbujas pensarán que ese encanute de todos los juguetes representa una construcción única propia de la arquitectura moderna, resultado del curso de sobre-estimulación temprana para narcisos. Muchos etcéteras por aquí, entonces.
Un psiquiatra con el que trabajé solía decir que ese perfil respondía al porte de un “Plumaje Narcisista”. Personalmente considero al Plumaje de una abstracción menor que la Burbuja. El plumaje recubre a uno y sólo uno, en cambio la Burbuja abarca quizás a toda una familia obnubilada por su realidad y hasta podría tratarse de una compleja transición evolutiva, mientras que el plumaje a un status quo.
La cuestión es que ya de novios (suena tan lindo) habíamos bautizado a estos personajes como “Dientitos” (previo a dar con la Burbuja Narcisista), en honor a aquella vez en que un señor con los dos delanteros de conejo sobresalidos, se quedó pensando durante tres horas en la cola del video si esa película la había visto o no, y, luego de decidirse por la negativa, mandó a sus mini-dientitos a tardar dos horas más en buscar una nueva. Ni hablar del tiempo vital invertido en la pesca y expulsión de billetera. Siempre todo en una pose inimputable que quisimos llamar “Actitud Dientito”, mordiendo el labio inferior y revoleando los ojos distraídos.
La cuestión, y voy al punto, es que yo le decía a Dr. Love que la Burbuja Narcisista correspondía al status padres y que nosotros la portaríamos con orgullo llegado el momento. El momento llegó y la burbuja… no se nos armó…o infló. Claro que ahora somos tres y vamos como con más infraestructura por la calle, entonces nos topamos con que una pareja, también con niño, cochecito y bolsos, decide detenerse ocupando todo, para buscar algo en uno de esos bolsos infinitos (alguien dígame por favor qué diantres llevan ahí, un pañal, una muda de ropa y toallitas no se expanden cual sea monkeys eh).
Harta ya de tanta tolerancia por la subjetividad ajena en ese instante le manifesté a Dr. Love que si la Burbuja Narcisista no me salía espontáneamente me la iba a injertar a la fuerza. Dicho y hecho: Llegué a la esquina y me paré en el cruce de vereda delante de ellos con el cochecito y en posición “Arabesque” (los que estudiaron danza clásica me entenderán).
Un psiquiatra con el que trabajé solía decir que ese perfil respondía al porte de un “Plumaje Narcisista”. Personalmente considero al Plumaje de una abstracción menor que la Burbuja. El plumaje recubre a uno y sólo uno, en cambio la Burbuja abarca quizás a toda una familia obnubilada por su realidad y hasta podría tratarse de una compleja transición evolutiva, mientras que el plumaje a un status quo.
La cuestión es que ya de novios (suena tan lindo) habíamos bautizado a estos personajes como “Dientitos” (previo a dar con la Burbuja Narcisista), en honor a aquella vez en que un señor con los dos delanteros de conejo sobresalidos, se quedó pensando durante tres horas en la cola del video si esa película la había visto o no, y, luego de decidirse por la negativa, mandó a sus mini-dientitos a tardar dos horas más en buscar una nueva. Ni hablar del tiempo vital invertido en la pesca y expulsión de billetera. Siempre todo en una pose inimputable que quisimos llamar “Actitud Dientito”, mordiendo el labio inferior y revoleando los ojos distraídos.
La cuestión, y voy al punto, es que yo le decía a Dr. Love que la Burbuja Narcisista correspondía al status padres y que nosotros la portaríamos con orgullo llegado el momento. El momento llegó y la burbuja… no se nos armó…o infló. Claro que ahora somos tres y vamos como con más infraestructura por la calle, entonces nos topamos con que una pareja, también con niño, cochecito y bolsos, decide detenerse ocupando todo, para buscar algo en uno de esos bolsos infinitos (alguien dígame por favor qué diantres llevan ahí, un pañal, una muda de ropa y toallitas no se expanden cual sea monkeys eh).
Harta ya de tanta tolerancia por la subjetividad ajena en ese instante le manifesté a Dr. Love que si la Burbuja Narcisista no me salía espontáneamente me la iba a injertar a la fuerza. Dicho y hecho: Llegué a la esquina y me paré en el cruce de vereda delante de ellos con el cochecito y en posición “Arabesque” (los que estudiaron danza clásica me entenderán).