jueves, junio 28, 2007

Dientito o la Burbuja Narcisista



Antes de ser mamá (suena tan lindo) acuñé una expresión dedicada a aquellos que eran padres, solía decir que viven en una Burbuja Narcisista. Es ese bello y cómodo lugar donde dos, tres o más cosanguíneos comparten la misma irrealidad: importarles un carajo lo que acontece en el mundo exterior. Ejemplos sobrados lo dan los padres que dejan jugar a sus vástagos rompiendo objetos variados, haciendo ruidos violentos mientras los vástagos de otros al fin duermen, aquellos que hacen la vista gorda cuando los preciosos y regordetes deditos de sus niñitas de tres años se les meten con saña en los ojos de otro menor y por lo tanto indefenso, aquellas preciosas madres que ocupan toda la vereda en escenas dramáticas dignas del Oscar o Martín Fierro vernáculo: poner un saquito porque hace frío, subir al cochecito o entrar al patio de juegos. El patio de juegos o pelotero ¡otro caldero de burbujas!…El problema es cuando chocan unas con otras, es decir, no advierten el paso de un cochecito y despanzurran toda su humanidad obstaculizando sin culpas, dejan entrar a sus pequeños de seis al área de los de dos, y allí vemos cómo los sodomizan cual gángsters sacándoles los juguetes favoritos de las manos para luego apilarlos cuidadosamente en la casita la cual vigilan sus socios prestos a disparar chupetes babosos al primer deambulador que se acerque a recuperar lo perdido, los padres de estos confabuladores jamás lograrán darse cuenta, tan absorbidos en sus propias burbujas pensarán que ese encanute de todos los juguetes representa una construcción única propia de la arquitectura moderna, resultado del curso de sobre-estimulación temprana para narcisos. Muchos etcéteras por aquí, entonces.
Un psiquiatra con el que trabajé solía decir que ese perfil respondía al porte de un “Plumaje Narcisista”. Personalmente considero al Plumaje de una abstracción menor que la Burbuja. El plumaje recubre a uno y sólo uno, en cambio la Burbuja abarca quizás a toda una familia obnubilada por su realidad y hasta podría tratarse de una compleja transición evolutiva, mientras que el plumaje a un status quo.
La cuestión es que ya de novios (suena tan lindo) habíamos bautizado a estos personajes como “Dientitos” (previo a dar con la Burbuja Narcisista), en honor a aquella vez en que un señor con los dos delanteros de conejo sobresalidos, se quedó pensando durante tres horas en la cola del video si esa película la había visto o no, y, luego de decidirse por la negativa, mandó a sus mini-dientitos a tardar dos horas más en buscar una nueva. Ni hablar del tiempo vital invertido en la pesca y expulsión de billetera. Siempre todo en una pose inimputable que quisimos llamar “Actitud Dientito”, mordiendo el labio inferior y revoleando los ojos distraídos.
La cuestión, y voy al punto, es que yo le decía a Dr. Love que la Burbuja Narcisista correspondía al status padres y que nosotros la portaríamos con orgullo llegado el momento. El momento llegó y la burbuja… no se nos armó…o infló. Claro que ahora somos tres y vamos como con más infraestructura por la calle, entonces nos topamos con que una pareja, también con niño, cochecito y bolsos, decide detenerse ocupando todo, para buscar algo en uno de esos bolsos infinitos (alguien dígame por favor qué diantres llevan ahí, un pañal, una muda de ropa y toallitas no se expanden cual sea monkeys eh).
Harta ya de tanta tolerancia por la subjetividad ajena en ese instante le manifesté a Dr. Love que si la Burbuja Narcisista no me salía espontáneamente me la iba a injertar a la fuerza. Dicho y hecho: Llegué a la esquina y me paré en el cruce de vereda delante de ellos con el cochecito y en posición “Arabesque” (los que estudiaron danza clásica me entenderán).

miércoles, junio 06, 2007

Maternidad ¡Divino tesoro!


“Como no duermo, escribo”
Psicoanalista contemporánea

“Me apuro antes que despierte”
Madre primeriza
"El que ríe último, ríe mejor"
Bebé de padres inexpertos


Ser inexperto es una cosa, ser padre-inexperto tiene un sabor complejo, una trama inextricable, una textura densa y dramática-si me permiten el brote megalómano- pero…me pregunto ¿Qué otra forma existe para armarse de experiencia que no sea llenarse de primeras veces? Me remito a los ejemplos, la práctica siempre ha sido mi fuerte:
-En cuanto a la lactancia, durante el embarazo compré ejemplares infinitos sobre el tema, visité sitios en Internet exclusivamente dedicados a dicha empresa. Como buena estudiosa, repetía los pasos como versito escolar “…para que los pezones no se agrieten, cambiar al bebé de posición al mamar…la crema de caléndula…ponga el bebé al pecho con frecuencia con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia…blablabla…” Pero…Ah, los libros… de más está decir que nunca entendí los putos dibujitos ilustrativos, tuvo que venir a mi habitación una puericultora del sanatorio y allí, en un rito sagrado, oprimir mis glándulas mamarias y mostrarme en el acto y con eficiencia cómo cuernos es que sale la leche ¡ahhhh…Eso era lo que los dibujitos querían decir….”
-Aprendamos de una buena vez que los psicoanalistas no instituimos jamás el famoso latiguillo “la culpa de todo la tenemos las madres”. La verdad desnuda es que ese mantra fue inventado por las suegras y lo llevan de generación en generación, de suegra en suegra, como testimonio de una cultura ancestral, críptica y esotérica. Ilustro por temas:

Tema 1

“Tu leche no es buena”

Cuando Dr. Love le comenta (en uno de los llamados de la Súper agente 86) que el niño no duerme. Vertido sin cuidado, varias veces, cual taladro matutino en la calles céntricas de la ciudad; hasta sugiriendo los buenos usos de la leche maternizada y ejemplificando, sabiamente, con el caso de la hija de su vecina. Pero, yendo a los bifes: el Mini Dr. Love aumenta ¡50 gramos por día! Definitivamente el comentario es la mala leche.

Tema 2

“Siempre consideré desalmadas a las madres que no le ponen mediecitas a sus hijos…”

Mientras observa a mi bien más preciado patear mientras asoman sus morrudos deditos por fuera de una yoguineta. Le explico lentamente y con tono amoroso que los bebés no pierden calor por los pies sino que se auto-termorregulan por la cabeza y ella lanza la mirada “Ya no te escucho, desconecté, y este comentario te lo repetiré hasta que te hartes y desconectes vos…”

Tema 3

“Mucho brazo”


Cuando, en otro llamado, Dr. Love le detalla que, a veces, nos cuesta decodificar a nuestro niño. Es cierto, habría que dejarlo en la jungla de su inmensa cuna por horas ¡Y que se haga hombre, canejo! O quizás aquella maravillosa, amorosa y erudita técnica de “Cerrar la puerta y dejarlo llorar”

Tema 4

“Queeeeee? No lo van a pelar???? ¡Después le sale rubio!”

Noooo, no lo vamos a pelar. Si hubiese querido tener descendencia albina no me hubiera casado con tu hijo.
No lo pelamos porque nos encanta el pelo con el que vino de fábrica…Es inútil que trates de convencernos, basta, no insistas, queda feo.

-Reivindico completa y ABSOLUTAMENTE a Melanie Klein, es más, desde ahora soy Kleiniana (please Dr. Freud, I´m just joking). Lo del pecho bueno y malo era verdad. Basta ver a Mini Dr. Love, peleando y refunfuñandole al pezón cuando el níveo líquido no sale como él quiere, léase: tiempo y forma, cantidad, ritmo, etc. Con sus preciadas uñitas que aún no he tenido tiempo para limar (era eso o dormir…o escribir esto antes de que emerja del tibio contacto con Morfeo) me pellizca y rasguña enojado cuando demoro tres segundos en acomodarlo frente a su fuente alimentadora.

-Poner el cuerpo es literal y hasta les diría se queda corto, sólo hay que escucharlo a Dr. Love decirle a su hijo para calmarlo “Ahí viene la comida”, o sea yo…

-El tema de la decodificación es no menos importante. Siempre vamos un paso atrás ¿Pero hay otra forma de ir? Ahora sabemos muy bien que las patadas enérgicas y llanto son cólicos, por lo tanto: pedos. Gritos desgarradores con quejidos y protesta, con doblez en labio inferior y chupada de todos los dedos juntos: hambre. Quejidos de monito: atención, palabras y caricias. El problema acontece cuando se produce una combinatoria de las demandas, por ejemplo: cólicos-hambre, mimos-hambre-lo que sea pero denme bola ya, reflujo-hambre-mimos porque el reflujo me duele y me molesta…Una de esas noches de fracaso en la decodificación, a eso de las cuatro de la mañana, Dr. Love partió raudo a conseguir un chupete. En ese preciso instante me hizo deglutir mis palabras anteriores a la experiencia real de ser madre: “mis hijos JAMAS usarán chupete” Por algo en inglés la palabra es “pacificador” en vez de chupete. La cosa es que invertimos en acciones de varias marcas: con forma de pezón: lo escupió. El de caucho, “sueño seguro” que le dicen, todavía lo prueba con desconfianza y hace gestos así como si probara las heces de un caballo descompuesto, uno dinamarqués de silicona, otro de marca alemana: lo mismo que el dinamarqués, sólo lo agarra en situaciones extremas…En fin, aplicamos la técnica con un resultado mediocre.
Otros dos actos de decodificación fallidos en que se habían realizado todas las acciones precautorias (cambio de pañal, mimos, teta, palmaditas para gases, posición vertical para reflujo, acunar, posición diagonal, etc…) nos llevaron a una guardia cercana a eso de las cuatro de la mañana. En la sala de espera más de veinte bronquiolitis y resfríos trasnochados cantaban “¡Presente! ¡Ven que te contagio ya!” Huimos hasta que llegara nuestro turno en el auto (que bien podría convertirse en tienda de compaña, ¿el nombre de la expedición? “Tenemos un hijo, podríamos vivir aquí de cualquier modo”) En medio de la noche del sábado pasado, portando el número seis, iban por el ochenta y nueve, nos dirigimos a saciar nuestro apetito con algo rápido y en caja. Vamos, traten ustedes de saciar su apetito con empanadas regionales chorreantes mientras dan la teta en el mínimo asiento trasero de un pequeño dos puertas…Dantesco.
Lógicamente al llegar a la guardia el niño dormía plácido cual rubicundo ángel renacentista. Ahí es cuando tomamos el curso acelerado para padres “me preocupo si se tira un pedo y llora” y escuchamos con paciencia la clase magistral de la pediatra que nos informó que la única forma de comunicarse de un recién nacido es ¡El llanto! ¿cómo? ¿ustedes tampoco lo sabían?