Esto de estar fusionados con Mini- Dr Love trae sus consecuencias, sí, porque Laura Gutman (una psicóloga) dice que estamos fusionados, cosa nada nueva, el psicoanálisis a esta etapa la llama: alienación. Verán; nadie inventó nada, sólo cambiar el nombre y listo el pollo... y el libro. Decía que estamos fusionados (me gusta más que alienados, suena muy…new age, no?) y tenemos que ir a todos lados juntos, él me acompaña a mí y yo a él, por ahora. El objeto mediador: la teta. La fusión implicó que él venga a mis sesiones de terapia. En las primeras dos: durmió como un ángel. En mi fuero más íntimo miraba sus cachetes regordetes en reposo y pesimista presentía que esa felicidad era como un caramelito escaso. Así fue. En la tercer sesión: ahí estaban los ojos como platos mirando todo. Claro, se lo ofrecí a mi analista para que lo sostuviera mientras me lanzaba a hablar (para eso voy, no?) la cuestión es que apenas me acuesto sobre el diván escucho tras mis hombros un sonoro “¡Buuuurpppp!”, sí de esos que rajan la tierra y nos incitan a aplaudir y echar vivas a los padres babosos. Mi analista y yo reímos. No así cuando fuimos para un control oftálmico de rutina. Apenas abrí la puerta con él en brazos un “¡Burrrpppp!" en la misma cara de la señora oftalmóloga, que muy vinagre no festejó nada, y me quedé ahí, dando vítores amistosos sola.
En otra oportunidad, en la gastroenteróloga, mientras Dr. Love lo va desvistiendo en la camilla yo que le digo preocupada “Pobrecito…hoy está medio constipado...” y ahí, sin prolegómeno alguno y sin siquiera esperar a la voz de ¡aura!, lanza lo que quedará en la historia con el nombre “Se me terminaron los pañitos húmedos, tome aquí tiene algodón”, manchando su ropa, la funda de la camilla, la camilla, las manos de su padre, en fin; el cese mismo de la constipación, para luego, a los segundos, dar el toque final, la frutilla de... sí, de la torta: mear impunemente toda la campera de la médica, quien aclaró que no importaba, que era impermeable.
Para finalizar con tal despliegue y con cierto afán terco de no cesar de desmentir a su propia madre, en la última consulta con la pediatra ella me pregunta “¿Sigue teniendo cólicos?”, a lo que él decidió contestar rápido, por sí mismo y desde la camilla como un coro que dejaría mudo al de cualquier obra de teatro griego. Atiné a argumentar “sí, je...pero ahora se los tira”
viernes, julio 27, 2007
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