¿Por qué debo pensar todo el tiempo en Alighieri? ¿Por qué tuve que pertenecer alguna vez? Si no me hubieran alojado nunca, ahora no estaría habitando este sentimiento de abandono, ser una desalojada de un lugar que en realidad no puede alojar a nadie. Finalmente, quiénes alojan ¿Rottenmayer? Nunca lo hizo, siempre enroscándose silenciosa… ¿Patty? Está loca, se la pasa relatando las mismas anécdotas una y otra vez como si su yo estuviese hecho de papel maché, ese mismo que se recicla, que contiene pedazos de diario, de otras historias, y ella ni siquiera puede hacer la suya. ¿Selma? Creo que esa es mi mayor decepción, Selma. Comprobar que es parte del sistema (¿por qué no debería serlo?) con la refinada de técnica de no mostrar tanto su locura como las otras, pareciendo una persona al menos coherente, podría hasta llegar a descubrir que es la manipuladora per se. Gertrudis, ahora embarazada, a quien no le dirigieron la palabra, ignorándola por completo durante diéz años, se hace un espacio en el nido viperino y festeja con ellas. Siempre queriendo lo que yo tengo, el deseo histérico por excelencia, ahora quiso una hija, también.
Me pregunto cuándo todo esto me será indiferente. No dejo de preguntarme si es acaso mi objeto de estudio, a veces pienso que es todo parte de la lógica del mundo femenino, estos enlaces y traiciones, ese deseo de tener lo que la otra tiene, ese ansia de destrucción compartida, esa venganza que une a dos o mas mujeres en algo que aparentaría ser una amistad.
La otra vez, logré colarme en una pequeña reunión de machos. Sí, casualmente mi adorado y sus amigos se encontraron a comer pizza en la esquina de casa, y yo volvía de dar clases, famélica. Acepté entrar en ese mundo masculino de cuatro. Mientras sacaba la costra cruda de las empanadas, me atreví a escucharlos, y ellos se atrevieron a jugar a que yo no estaba. Ellos hablan de las minas del pasado, las conquistas, las que se robaron entre sí en un boliche y se perdonaron al instante. Ellos hablan de nosotras. Saben de nosotras. Dicen que no existe verdadera amistad entre nosotras. Osé salir del juego y preguntar por qué pensaban que es así. Uno, me dio una respuesta interesante. Me dijo que escuchó en algún lugar que los chicos, de pibes, juegan al fútbol, con pelotas de papel, de trapo, verdadera, que se cuelga, que se pierde, que te la sacan…Donde sea, en el cole, en la plaza, en la calle, en la casa, donde puedan, como una necesidad. Deporte en equipo al fin: colaboración grupal para conseguir un beneficio mutuo-llamado “gol”. En cambio, nosotras, no jugamos estos juegos, estamos solitas con nuestras barbies u otros desarrolladores de individualismo, pero no juegos grupales autoconvocados, no es lo más común. El opina que esta vertiente del fútbol desde chicos, coopera en el sentimiento de grupalidad. Es como algo que se imprime desde siempre. En cambio en nosotras esto no está, quizás pueda adquirirse de otra manera, quizás no, pero eso primario del juego y su forma, no se da, al menos no es lo que se propone culturalmente.
Me llamó mucho la atención escuchar hablar a estos hombres de nosotras. Ellos tienen mujeres en sus casas, y ven. Y llegan a conclusiones muy interesantes sobre nosotras. Simplemente hay que colarse en el juego.
Volviendo a Alighieri, es ahí donde se juega el juego de la barbie y la casita, yo te saco tu barbie para tener mi casita o en su defecto, quiero la casita que vos armaste (aunque sea una choza) y tu muñeca, aunque tenga que sacártelas a la fuerza. En algún lugar del imaginario de este serpentario, cada vez que logro algo, se comportan como si me lo hubiera robado, o se los hubiera sacado a ellas, mientras tomaban inocentemente su café (¿existen úlceras por cafés de años?). Justamente es lo que terminaron actuando en el hotel en mardel (ver post anterior) querían esa habitación, "no había otra", a pesar de que yo había llegado primero, a pesar de que en realidad sí había otras. En algún lugar de su mente reptil, yo soy la que ocupo sus feudos, lo que ellas ya poseían desde antes, aunque sea, en su imaginación, aunque sea algo que yo misma creé de cero, ellas lo poseían antes de que siquiera fuera ideado, les pertenecía la idea antes de ser concebida…Pienso que de este juego, sí que no hay salida. O acaso la salida es no jugarlo (¿cómo?) o clamar a viva voz que lo juegan, para que el hechizo se desvanezca. Sinceramente, no lo sé.
jueves, octubre 13, 2005
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario