Soñé que era Farrah Fawcett...Y que tenía un romance con...¡Dr. Love!..
Al despertar lo recordé...Farrah era el objeto de deseo de Dr. Love durante su adolescencia, pero él (y todos los demás hombres) insisten en llamarla Farrah Fawcett "Majors"...Acentuando el "Majors"¿Por qué?.... Ya sé: ellos le dan mucha importancia a que el hombre de sus fantasías (el nuclear) haya estado con la chica sus fantasías. Perfect match. O...
La insortable levedad de un ser que se levantó a las siete, desastres intelectuales nomás....
martes, octubre 31, 2006
lunes, octubre 23, 2006
Regreso II " Margarita Bungee "
"Una chica en el cielo, vive en mi océano salvaje..."
Ala Delta. Divididos.
Sí, había escapado a la mirada de La Dinosaurio y me sumergía lentamente en la ensoñación de mis nuevas compañeras. Despedazaban a "la gente nueva" que "había entrado", momento matizado por el volumen del programa que la dueña del bar, Madamme Le Chiflé, miraba casi junto a nosotras, con el control remoto entre las manos y la cara de espectro anhelante. La Dinosaurio no podía impartir directivas audibles, su bigote se retorcía feróz, como araña que defiende un territorio amenazado. Caminó hacia la frontera de medio metro que separaba a Madamme y su pasión, y le solicitó (como quien pide una cerveza) que bajara el audio. Madamme respondió...que no, agregando que era su programa favorito. La Dinosaurio tradujo la encriptada suma de significantes al grupo: "que no, que es su programa favorito..." Sonrieron de costado empalagadas con cada palabra. A esa altura me preguntaba ¿estoy en una realidad alternativa?¿se corrió el eje de la tierra?
Planeaba mi retirada con esmero, tenía cosas mejores que hacer, cuando me pasaron la lista de presentes, firmé notando que varios eran ausentes, los envidiaba y a la vez comprendía en secreto.
No sólo el volumen de la tele era punible, también un pajarito que cantaba repetidamente cuando se habría la puerta... no lograba asir esa lógica ¿por qué canta el pajarito si no entra nadie? Es que Madamme Le Chiflé la abría continuamente...para ventilar...
Ya había comenzado el sondeo estilo "palito en la llaga" de las que se sentaron a mi lado, "¿quo vadis? ¿centímetros y ubicación uterina? ¿color favorito? ¿por que un apellido tan difícil? ¿Finkel? ¿Finkelberg?¿por qué había cambiado de antro psi? ¿edad?". Hacía tiempo que había aprendido que esas preguntas no se hacen en la primera cita, por eso las respondí con una contra-pregunta, o repitiendo pasmada el interrogante mismo "¿Qué color me gusta? mmmhh..."
Hasta ese momento, la reunión resultaba muy distante de lo que había conocido en mis mejores épocas, nada pertinente a la tarea, sólo emoción primitiva. Decidí no pedirle bananas al peral y flotar, go with the flow, si me comprenden. Hasta que escuché un grito. Una de mis nuevas colegas miraba pasmada su cortado en taza verde con dibujos de corazones, por cierto; incombinable con su plato. Todas callaron. Otra se animó a tratar de divisar el motivo de semejante alarido, pero, ante la imposibilidad y el horror, se deshizo en otro similar, con más agudos y algunos gestos de asco.
Una cucaracha había hecho bungee jumping desde el techo, pero sin arnés.
Estaba acostumbrada a las inmortales, varias noches me acompañaron en la cocina de mis padres mientras desvelaba las últimas materias de la carrera, se habían hecho amigas, más bien por incombatibles que por otro motivo (aunque adhiero a la idea de la inmortalidad como un don admirable eh...), por eso mi actitud...resultó más bien contemplativa.
Llamaron a Madamme Le Chiflé, que extasiada no lograba apartar los ojos del programa sobre un programa de baile (quién hubiera dicho que la tele iba ser sobre la tele de la tele...). Caminó torpemente hacía la zona de desastre. Ante el reclamo psi, tomó la taza, la analizó con científico detenimiento y realizó una declaración inentendible , que luego decodificarían como "esto no es nada...si supieran", y la retiró con su contenido. Quizás pudiera salvar a Margarita Bungee...En la mesa, nadie daba un centavo por la heróica deportista de traje marrón.
Quince minutos antes de lo previsto musité mi adieu, La Dinosaurio saludó consternada. Estiré las ancas hasta la puerta, y, con la venia del pajarito, me lancé al mundo real... Sin arnés.
Ala Delta. Divididos.
Sí, había escapado a la mirada de La Dinosaurio y me sumergía lentamente en la ensoñación de mis nuevas compañeras. Despedazaban a "la gente nueva" que "había entrado", momento matizado por el volumen del programa que la dueña del bar, Madamme Le Chiflé, miraba casi junto a nosotras, con el control remoto entre las manos y la cara de espectro anhelante. La Dinosaurio no podía impartir directivas audibles, su bigote se retorcía feróz, como araña que defiende un territorio amenazado. Caminó hacia la frontera de medio metro que separaba a Madamme y su pasión, y le solicitó (como quien pide una cerveza) que bajara el audio. Madamme respondió...que no, agregando que era su programa favorito. La Dinosaurio tradujo la encriptada suma de significantes al grupo: "que no, que es su programa favorito..." Sonrieron de costado empalagadas con cada palabra. A esa altura me preguntaba ¿estoy en una realidad alternativa?¿se corrió el eje de la tierra?
Planeaba mi retirada con esmero, tenía cosas mejores que hacer, cuando me pasaron la lista de presentes, firmé notando que varios eran ausentes, los envidiaba y a la vez comprendía en secreto.
No sólo el volumen de la tele era punible, también un pajarito que cantaba repetidamente cuando se habría la puerta... no lograba asir esa lógica ¿por qué canta el pajarito si no entra nadie? Es que Madamme Le Chiflé la abría continuamente...para ventilar...
Ya había comenzado el sondeo estilo "palito en la llaga" de las que se sentaron a mi lado, "¿quo vadis? ¿centímetros y ubicación uterina? ¿color favorito? ¿por que un apellido tan difícil? ¿Finkel? ¿Finkelberg?¿por qué había cambiado de antro psi? ¿edad?". Hacía tiempo que había aprendido que esas preguntas no se hacen en la primera cita, por eso las respondí con una contra-pregunta, o repitiendo pasmada el interrogante mismo "¿Qué color me gusta? mmmhh..."
Hasta ese momento, la reunión resultaba muy distante de lo que había conocido en mis mejores épocas, nada pertinente a la tarea, sólo emoción primitiva. Decidí no pedirle bananas al peral y flotar, go with the flow, si me comprenden. Hasta que escuché un grito. Una de mis nuevas colegas miraba pasmada su cortado en taza verde con dibujos de corazones, por cierto; incombinable con su plato. Todas callaron. Otra se animó a tratar de divisar el motivo de semejante alarido, pero, ante la imposibilidad y el horror, se deshizo en otro similar, con más agudos y algunos gestos de asco.
Una cucaracha había hecho bungee jumping desde el techo, pero sin arnés.
Estaba acostumbrada a las inmortales, varias noches me acompañaron en la cocina de mis padres mientras desvelaba las últimas materias de la carrera, se habían hecho amigas, más bien por incombatibles que por otro motivo (aunque adhiero a la idea de la inmortalidad como un don admirable eh...), por eso mi actitud...resultó más bien contemplativa.
Llamaron a Madamme Le Chiflé, que extasiada no lograba apartar los ojos del programa sobre un programa de baile (quién hubiera dicho que la tele iba ser sobre la tele de la tele...). Caminó torpemente hacía la zona de desastre. Ante el reclamo psi, tomó la taza, la analizó con científico detenimiento y realizó una declaración inentendible , que luego decodificarían como "esto no es nada...si supieran", y la retiró con su contenido. Quizás pudiera salvar a Margarita Bungee...En la mesa, nadie daba un centavo por la heróica deportista de traje marrón.
Quince minutos antes de lo previsto musité mi adieu, La Dinosaurio saludó consternada. Estiré las ancas hasta la puerta, y, con la venia del pajarito, me lancé al mundo real... Sin arnés.
miércoles, octubre 18, 2006
Regreso...
Dr. Love me conmovió con un discurso apropiado. Que debía regresar, que se lo debía a mis lectores...pero no dejaba de preguntarme ¿en qué momento podría escribir unas míseras líneas? Dado que había comenzado con un nuevo trabajo.
Hoy es el día, y, quieran o no, se enterarán de los detalles exclusivos de mi primera reunión de equipo en el nuevo Alighieri…Sí chicos, porque donde vaya Vera hay un Alighieri por ser descubierto.
Las reuniones de equipo, al menos las que había tenido hasta el momento, eran de tipo interdisciplinario, con profesionales de diversa índole. En este caso era sólo con psicólogas... y la coordinadora de psicólogas a la que todos llaman en secreto “La Dinosaurio”. No comprendí por qué, tan arcáica no parecía...sí me llamó la atención el frondoso bigote que cubría su bozo: largos y lacios pelos negros…Existiendo la cera vegetal, negra, de miel, calentable a microondas, con aloe vera, glicerina, con o sin perfume, fría, tibia, descartable, caliente, en barra, roll on, operada por odiosos terceros o mano propia…me pregunté…¿Qué le impedía a La Dinousario dar honorable fin a ese lanugo precámbrico? ¿Orgullo profesional? ¿Encariñamiento progresivo? ¿Aversión al dolor que provoca la belleza? ¿Adhesión férrea a algunas culturas europeas? ¿Negación especular? No lo sabía, pero me prometí secretamente que la próxima tarea sería averiguarlo. Mientras estas preguntas corrían cual rápido sureño por mi vereda cortical me aproximaba al aquelarre de turno: un bar de mala muerte, refugiado en el centro mismo de las instituciones psiquiátricas públicas de mi ciudad, en el cual se llevaría a cabo la reunión. Llegué primera.
Mi nueva debilidad son los brebajes herbáceos, por lo que le ordené a la dueña del antro que me trajera uno…"¿Laxante?” Preguntó a viva voz. Ahí me di cuenta que la tarde venía en picada. En pendiente peligrosa cuando divisé la mesa en cuestión: un dudoso cartel manuscrito con "reservado"en rojo y muy optimistas y primorosas servilletas armadas cual flores triangulares adornando individuales de los más diversos motivos. Todo a cincuenta centímetros de la heladera que oficiaba de apoya-tv a la cual la señora le subía el volumen a su show favorito, un programa de chusmerío. Mis nuevas compañeritas llegaron con cuarenta minutos de demora, lo cual me dio tiempo a digerir mi poderoso té laxante de boldo. Me preguntaba cómo sería el baño, si los alrededores ya eran diarréicos de por sí. Por alguna razón no existieron otros clientes en el bar, sólo nosotras (¿dónde están los psicólogos hombres? ¿atrincherados o corriendo?)
Por fin llegaron mis nuevas compañeras, unas me saludaron, otras no. Comprendí que me enfrentaba con el clásico “derecho de piso” y su costoso pago. La Dinosaurio disparó al toque: “Bueno, Vera es la nueva psicóloga de el Piringundín 20, por favor Vera, contanos cómo fueron los casos que viste hasta ahora”. La piel se heló, los pelos de mis piernas (recién depiladas, conste) osaron asomar su primer borde, la saliva dejó de correr, una carraspera leve lo resolvió. Decidí que no sería carne de cañón...en esa oportunidad, al menos... “Muy lindo todo…” Me escuché…¡¡Muy lindo todo!!! ¿¿¿Muy lindo todo??? Las estatuas totémicas de Freud temblaron en el consultorio exhibido en Viena…Me preguntaban sobre cómo eran los casos y osaba responder “¡Muy lindo todo!” Bueno, no puedo negar que, a pesar de espontáneo y ridículo, no deja de ser ingenioso... desorienta al preguntador por excelencia, ¿Qué posible réplica hay para eso? sí, ya sé… “¿Qué es muy lindo? Especificá por favor” Se ve que no era necesario profundizar, La Dinosaurio quedó pasmada y pasó a otra cosa….
Continuará….
Hoy es el día, y, quieran o no, se enterarán de los detalles exclusivos de mi primera reunión de equipo en el nuevo Alighieri…Sí chicos, porque donde vaya Vera hay un Alighieri por ser descubierto.
Las reuniones de equipo, al menos las que había tenido hasta el momento, eran de tipo interdisciplinario, con profesionales de diversa índole. En este caso era sólo con psicólogas... y la coordinadora de psicólogas a la que todos llaman en secreto “La Dinosaurio”. No comprendí por qué, tan arcáica no parecía...sí me llamó la atención el frondoso bigote que cubría su bozo: largos y lacios pelos negros…Existiendo la cera vegetal, negra, de miel, calentable a microondas, con aloe vera, glicerina, con o sin perfume, fría, tibia, descartable, caliente, en barra, roll on, operada por odiosos terceros o mano propia…me pregunté…¿Qué le impedía a La Dinousario dar honorable fin a ese lanugo precámbrico? ¿Orgullo profesional? ¿Encariñamiento progresivo? ¿Aversión al dolor que provoca la belleza? ¿Adhesión férrea a algunas culturas europeas? ¿Negación especular? No lo sabía, pero me prometí secretamente que la próxima tarea sería averiguarlo. Mientras estas preguntas corrían cual rápido sureño por mi vereda cortical me aproximaba al aquelarre de turno: un bar de mala muerte, refugiado en el centro mismo de las instituciones psiquiátricas públicas de mi ciudad, en el cual se llevaría a cabo la reunión. Llegué primera.
Mi nueva debilidad son los brebajes herbáceos, por lo que le ordené a la dueña del antro que me trajera uno…"¿Laxante?” Preguntó a viva voz. Ahí me di cuenta que la tarde venía en picada. En pendiente peligrosa cuando divisé la mesa en cuestión: un dudoso cartel manuscrito con "reservado"en rojo y muy optimistas y primorosas servilletas armadas cual flores triangulares adornando individuales de los más diversos motivos. Todo a cincuenta centímetros de la heladera que oficiaba de apoya-tv a la cual la señora le subía el volumen a su show favorito, un programa de chusmerío. Mis nuevas compañeritas llegaron con cuarenta minutos de demora, lo cual me dio tiempo a digerir mi poderoso té laxante de boldo. Me preguntaba cómo sería el baño, si los alrededores ya eran diarréicos de por sí. Por alguna razón no existieron otros clientes en el bar, sólo nosotras (¿dónde están los psicólogos hombres? ¿atrincherados o corriendo?)
Por fin llegaron mis nuevas compañeras, unas me saludaron, otras no. Comprendí que me enfrentaba con el clásico “derecho de piso” y su costoso pago. La Dinosaurio disparó al toque: “Bueno, Vera es la nueva psicóloga de el Piringundín 20, por favor Vera, contanos cómo fueron los casos que viste hasta ahora”. La piel se heló, los pelos de mis piernas (recién depiladas, conste) osaron asomar su primer borde, la saliva dejó de correr, una carraspera leve lo resolvió. Decidí que no sería carne de cañón...en esa oportunidad, al menos... “Muy lindo todo…” Me escuché…¡¡Muy lindo todo!!! ¿¿¿Muy lindo todo??? Las estatuas totémicas de Freud temblaron en el consultorio exhibido en Viena…Me preguntaban sobre cómo eran los casos y osaba responder “¡Muy lindo todo!” Bueno, no puedo negar que, a pesar de espontáneo y ridículo, no deja de ser ingenioso... desorienta al preguntador por excelencia, ¿Qué posible réplica hay para eso? sí, ya sé… “¿Qué es muy lindo? Especificá por favor” Se ve que no era necesario profundizar, La Dinosaurio quedó pasmada y pasó a otra cosa….
Continuará….
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