jueves, noviembre 30, 2006

Aiuda!

Fiesta de disfraces el sábado. Necesito asesoramiento "creativo" y urgente(comillas de énfasis) de mis queridos alighieranos.

Los no:

Mujer maravilla
Alquilar un traje de tela de avión con cierre atrás
Alquilar
Conejita playboy (googleate ésta!)
Hada
Princesa
Mesita de luz
Toga con sábana
Un vestido rosa y celeste asqueroso que me quisieron prestar

Lo que tengo hasta ahora:

Mujer flamenco (clavel rojo, pollera con volantes y chal, made in at home)
Sigmund Freud (no tengo bigotes, pelada, sombrero, ni traje de hombre)
Ochentosa

Listo, ahora, por favor, piensen...

Nota: Dr. Love quiere pedir ambo prestado y chorrearse algo de ketchup...Creo que él también necesita un poco de ayuda creativa ¿no?

lunes, noviembre 27, 2006

Regalo de autor

"Vera: -¿Me querés?
Dr. Love:-Te amo.
Vera:- ¿Por qué?
Dr. Love: -Mnosé...Alguna extraña combinación genética"

El regalo de cumpleaños de Dr. Love iba a ser asombroso, inédito, apasionante...Por eso decidí que se trataría de un almuerzo...En Colonia del Sacramento. Lo planeé con meticulosidad, salvo por el detalle de olvidar su DNI y tener que preguntárselo por teléfono, para reservar el pasaje (el mío se lo acuerda de memoria). Eso podría haber resultado una pista, pero ni se mosqueó, no es curioso como algunas que bien conocen ustedes...
Allí estábamos, en un buque, el más romántico y económico, el que tarda tres horas. Le expliqué que lo había imaginado, soñado, de determinada manera, por lo que debería acompañarme por las callecitas empedradas buscando el restaurant que emulara mis ensoñaciones diurnas. Nada de choripán al paso ni sandwich de pebete, debería tratarse de...¡Oh! ese, sí, ese. Apenas entramos en la zona histórica, cruzando el puente que una guía se empeñaba en desmenuzar piedra por piedra. Ese, con los manteles bordados, copas grandes, velas y vista al río, en la ventana abierta de par en par una mesa oval me chistó "¡Ven!" y arrastré a Dr. Love que leía en la puerta y mascullaba algo así como "cocina de autor...romper el orto...blah....mmhhh". "No importa, pago yo" asumí valiente "sí, ya sé cómo viene eso de que págás vos y después..."
Cuando trajeron el menú entendí eso del orto, no por nada compartíamos nuestra presencia con sólo un grupo de alemanes, pero era mi sueño deleitarlo con sabores de chef, quien se apersonó inmediato: sienes plateadas, gorro de gamuza marrón, jeans y camisa blanca, un von vivant-autor. Antipático en vanos esfuerzos de simpatía. Lo fletamos hasta elegir. De entrada: rabas en sal de limón del mediterráneo. Plato principal: raviolones negros de salmón, lomo al borgoña y pimientas con papas. Trajeron un quesito untable del que Dr. Love se encargó hasta no dejar rastros "Si te gustó tanto te lo puedo hacer en casa, es queso crema con un caldito knorr disuelto..." degusté superada. Cuando llegaron las quince rabas "Esto es sobrecitos lluvia de sabor de la propanda-dijo Dr. Love-ma qué sal de limón mediterráneo ni ocho cuartos". El toque sensacional se produjo con el arribo de mi lomo. En medio de un silencio de alto mastique, el homenajeado extendió el tenedor pinchando una de mis papas "¿Puedo probar una Maquein? Digo, de Autor Maquein...." Y todo decantó en la misma veta hasta tomar el buque de regreso. Ni hablar de la historia que le inventamos al chef antipático: un heredero tiro al aire coleccionista de muñequitas.
En el buque Dr. Love decidió dar un paseo por el free shop, báh, lo convencí asegurándole que no habría viejas peleando por los perfumes y aceptó, no sin algunas condiciones previas. En medio de olfatear fragancias trilladas todo comenzó a oscilar con violencia, las góndolas caían sobre los curiosos y los frascos de vidrio comenzaron a reacomodarse en nuevos diseños diagonales. Las viejas se golpeaban con grititos de susto y excitación, sin soltar sus preciadas galletitas importadas y un hombre con muletas reía divertido mientras depositaba su pesado cuerpo sobre mi exigua existencia, Dr. Love; puteando. Presa de un mareo desconocido a mi avezada estirpe corrí hacia un banco fuera del recinto. En las ventanas la línea del mar aparecía y desaparecía en segundos, el movimiento de los ornamentos vegetales emulaba una tormenta tropical interna y la gente ¡la gente!. Con ojos asombrados se mecían agarrándose de todo objeto que aparentara estabilidad relativa, otros semejantes incluídos, yo incluída. Dr. Love (más estable...en todo sentido) volvió con los tesoros adquiridos y se sentó junto a mí. Agudo como siempre, lo adivinó, lo predijo. Cinco segundos más tarde estaba abrazando al inodoro, no sin antes pasar por el santo y seña de la señora que limpiaba el baño "¿Vas a vomitarrrr?" Pasaron quince minutos de suplicio antes de poder volver a los ojos comprensivos afuera, apoyado contra la baranda mientras otros desfallecían a su alrededor ("la metáfora de un hombre sólido" pensé). Apoyé mi brazo en el suyo y caminamos hasta los asientos. Un pasillo nos separaba. Me tomó la mano. Una vieja sentada a mi lado, con cara de miedo me preguntó "¿Se mueve mucho?" ¿Acaso no estamos en el mismo barco? deseé retrucar. Le contesté que sí e inmediatamente giré la cabeza, la cosa venía conversacional y no estaba de humor. Luego de agua mineral, té astringente y evitación constante de la vieja dialogadora, Dr. Love levantó la ceja derecha y esbozó esa media sonrisa entrañable "¿Y? ¿Esto también lo soñaste?" "No, pero te puedo asegurar que volví a degustar uno por uno todos los exclusivos sabores de autor"

viernes, noviembre 03, 2006

Regreso III Lady, lady, lady, depiladyyyyy....

Novedades en los confines alighieranos. Corría el jueves caluroso, horario pautado: 12 a 14 hrs, lugar: el culo del mundo. Decidí llegar tarde, (si mis lectores son fieles sabrán recordar que en la primera reunión esperé cuarenta minutos...)una hora tarde para ser precisa. Otra psycho atravesaba el pavimento humeante a la par de mis piernas, pero el saludo parece estar vedado en algunos convites freudianos, por lo cual, entramos con un ademán que lo expresaba todo: la misma nada. En una oficina diminuta esta vez, el bar de la cucaracha y la señora bizarra había pasado a la posteridad. Para mi bella suerte este Alighieri queda adentro del primer Alighieri ¿me comprenden? ¿tienen ustedes acaso la más mínima idea de esta herida absurda? Un salvaje juego de cajas chinas. Así es la salud mental hoy día, exigua y repelente.
Les decía, me encaminé presta para notar que el único banco que quedaba libre era casi al ras del suelo, antes de depositar la retaguardia decidí besar la mejilla de La Dinosaurio no sin notar que...¡Epilady al fin había dejado su rastro! Los bigotes largos, finitos y negros eran sólo una sombra del pasado. Al sentarme volví a mirar y volví a hacerlo, debía estar segura, sin maniobras camufladas, para percatarme, complacida, que la pequeña porción de pelaje era inexistente. Nuevas preguntas corrieron al acecho ¿Cómo se había llegado a semejante decisión? ¿El espejo finalmente tenía dos caras? ¿Sus hijas la corrieron con un palito caliente? ¿ Su consejera estética de turno le habría sugerido un afrontamiento total de su desnudéz peribucal? ¿Cobró un dinero prestado y altiva pudo tachar de su agenda la depilación mensual? ¿Se ofertaban dos bozos por un peso en los alrededores de constitución? No lo sabía, pero sería mi próxima tarea averiguarlo.
Mientras estas dagas filosas apuntaban directo a mi psique una psycho a viva voz "-¡Nos tienen envidia!-" La palabra no pasó de largo por el tímpano ávido de esta escriba y acertó en el blanco. No por nada Melanie Klein lo había asegurado por escrito, la envidia es más primitiva que los celos, porque incluye una díada. Pero esta vez era la de siempre, profesionales versus no-profesionales, el viejo karma municipal, y dale con el discurso. Desvié la mirada desinteresada hacia la ventana, el sahara alighierano clamaba por mi huída. Entonces, otro latido invadió el recinto, todAs se silenciaron, fue más bien un rugido. Eran mis vísceras. Clamando por nutrientes, de 12 a 14 y las psycho no sienten nada que un agua Zen no pueda silenciar. Pero tenía hambre y estaba preparada. Saqué el tupper con vehemencia. Cuidadosamente había cortado en cuadraditos las piezas que completarían el círculo natural: todo volvería a ser parte de la tierra. Tomé el tenedor. El vaho a cebolla, la ensalada no es ensalada sin ella, deberían saberlo chicas psycho ¿Qué mastican ustedes? ¿los verdes tomos de Amorrortu en capítulos? ¿O acaso les pegan dentelladas a los de Ballesteros? No, ni siquiera eso, porque miraron el recipiente con desdén y asombro. El Ojo, que es más rápido que el ojo, lo captó, el rictus sonriente ridículo y cómplice "¿Qué? ¿Ustedes no se alimentan? ¿De qué viven entonces?" "Noooo, vamos a almorzar a la salida" " Ah, claro, bueno, vayan, que les aseguro que no va haber nadie mirándolas fijo..."
No dejé nada.
Salí canturreando. Otra vez viva, zancadas hasta el auto. Un ex paciente me reconoció "Bueeeenas...." "¿Lo son acaso?" "Para mí al menos... no crea que la olvidé, eh...." Yo tampoco, los azules y el guiño de los buenos días.


Obviamente ésto...continuará.