Debería comentarles los resultados que arrojan las nuevas investigaciones acerca de la opinión pública y el embarazo. A continuación les extiendo una breve síntesis.
-Una, como embarazada, debe ser cauta (avivarse rápido) y no decir más cuánto pesa, para evitar comentarios indecorosos o controles excesivos y ofensivos, basados tan sólo en números y creencias populares. Cuando una dice "no lo sé" a la pregunta desubicada de "cuánto pesás" habrá nueva respuesta desubicada de "¡cómo no lo sabés!" o "tu obstetra no te lo dijo!". Una de dos: o pone cara de no hacerse cargo de semejante paquete, o simplemente retruca "Y vos? cuánto pesás?"
-A las afirmaciones opuestas de un público avezado en conocer la ubicación panzística diciendo "está alta, esta baja" como si el vientre fuera una especie de marea, Ud. simplemente responderá con el descalificatorio (pero nunca irrespetuoso) "Para algunos está alta, para otros baja, la cosa es que está"
-A aquellas observaciones sobre el ombligo, si está salido o metido y la consiguiente pregunta de por qué será, podemos aventurar la siguiente respuesta dentro del orden de la poesía: "¿Es que acaso alguien sabe por qué el trancurrir del día o de la noche?" O algo por el estilo, desconcertar es la clave, y dar un poco de respiro
-A los piquecantropus erectus amigus de concubino que exclaman a viva voz en mesa de cena: "UUUU, una nena, sabé como te van a tener cagando las do!!!!" (mientras amuchan dedos de una mano y mueven la misma en ambos sentidos). Sonreírles y aplicarles el paliativo "Como los tienen cagando a Ustedes, nabos!" y al que argumente orgulloso haber tenido sólo varones "Ya los van a a tener cagando a ellos también!". No desestimar nunca el puntapié por debajo de la mesa y el soltado al descuido "Ay perdoná, no me dí cuenta!"
miércoles, noviembre 30, 2005
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