miércoles, agosto 02, 2006

Primera cita (parte IV) "Your getting to be a habit with me..."

"Oh, I can't break away,
I must have you every day;
as regularly as coffee or tea.
You've got me in your clutches,
and I can't break free;
you're getting to be a habit with me..."

Avelino llegó de mal humor a sus aposentos. Con el índice automático prendió la computadora de su escritorio maldiciendo el insomnio que se avecinaba sin vuelco posible. Las palabras de Hortensia aún electrizaban sus oídos "¿Frío yo?" entre afirmando y preguntando con bronca . Algo no le cerraba. En principio esa mano con caricias y masajes febriles extendidos desde la yema de sus dedos hasta el antebrazo durante la proyección de Superman. Aquella trompa herida que profirió desquiciada un diagnóstico maltrecho sobre su personalidad aguerrida. El, que se consideraba un valiente, un hacedor, un buscavidas, había sido tildado...nene de papá...El sonido lo despertó interrumpiendo el hilo de sus lamentos, era Hortensia, en el messenger. Avelino tipeó un hola espectante. Desde su guarida ella continuó agregando epíctetos, frío, indiferente quizás. Malherido, defendió su postura. Entonces qué, acaso soy fea, ¿gorda?, sí soy fea y gorda. La chica no era eso ni mucho menos, pero todos conocemos los efectos del rechazo en la psiquis femenina. Avelino dedicó parte de esa madrugada insomne a refutar cada hipótesis con certeza, pero sin agregar medio halago que llenara con algo, aunque fuera fútil, el hueco cavado en el narcisismo (de todas maneras, nadie podría lograrlo).
Con ojeras violetas se presentó al otro día en su trabajo, menuda su sorpresa cuando le pasaron un llamado, Hortensia no se limitaba sólo al messenger, sino que estaba dispuesta a rastrear su rabo como un comanche, día y noche, por todas las vías inalámbricas que él había trazado previo a la primera cita y a pedido de ella, con el fin de probarle que era un hombre de bien y que no tenía nada que esconder. La cosa fue en escalada magnánima, Hortensia ya no se limitaba a su posible temperatura, ahora continuaba por las dudas sobre su sexualidad. Avelino, ya con la oreja medio roja, le pidió con elegancia (yo creo que suplicó) que por favor, no lo llamara más. Pareció tratarse de una orden paradojal, porque Hortensia continuó las pesquisas telefónicas con espeluznante persistencia, ahora en su domicilio. Avelino apeló a hacerse negar.
Para el día del amigo, Hortensia tuvo la delicadeza de enviarle un mail, con saludos. Avelino tuvo la torpeza de agradecerlos y agregar un "cuidate" al final de la oración. Digo torpeza, porque ella lo llamó nuevamente a su trabajo para insultarlo ¿cómo se atrevía a no corresponder al saludo? Avelino se dirigió con pesadumbre al consejo de esta escriba ¿qué hago Vera? Sentados en el banco de una heladería cavilé en voz alta, mientras miraba pasar a un chiguagua con pullover tejido...."Si está loca probablemente no haya vuelta atrás, con tu pasividad y disponibilidad, activaste una bomba de tiempo y el núcleo, es desconocido... Agarrate que este viaje es largo...." ...."Si es una histérica (grave) la cosa es simple, o complicada, para vos...". Recordé aquel pasaje en el libro de Pierre Rey "Una temporada con Lacan" en el que el protagonista tiene un encuentro con un personaje de este tipo y le pide un consejo a su amigo, el Gordo, "¿quieres que te deje en paz? Embíste. Insúltala con las peores palabras que se te ocurran...histéricos, hombres, mujeres, todos lo somos...Simple cuestión de grado..." Pero Avelino no seguiría esta máxima, quedaría esclavo de esos llamados insistentes, haciéndose negar, huyendo.
En la actualidad, los llamados de Hortensia se han hecho una costumbre en casa de Avelino "era Hortensia" manifiestan sus padres con una extraña sonrisa de costado. Una de sus hermanas ofreció complicidad descorazonada "si querés invento y le digo que te fuiste a ver a tu hijo" Avelino niega con la cabeza entre triste y resignado.
A veces, en nostálgicos días nublados, lo agarra desprevenido al teléfono y entonces...alterna entre insultarlo y pedirle perdón.

4 comentarios:

la enmascarada dijo...

Mirá, yo voy a colaborar con el alma acosada del pobre Avelino. No solo las mujeres actuamos tan insoportablemente; por eso, cuando alguno se me pone pesado (tengo mucha menos tolerancia que Avelino) apelo a este recurso último: les digo que soy lesbiana, pero que nadie sabe, que por favor no lo divulgue. Que no se ofenda, pero nadie lo sabe.
Listo!
Decíle que lo piense, es una salida elegante.

Ana dijo...

Ay, pobre! Que mala suerte! Ya bastante rechazo y prejuicio genera en los demás lo de conocer alguien por Internet, ahora lo van a "alquilar" de por vida!
Y para peor ahora tiene tres problemas: Hortensia, sigue solo, y seguro no se anima a buscar a traves de la red!
Decile que no desespere, que fue mala suerte nomás, le mando decir yo que tuve bastante buena suerte en la cacería por red!
Yo siempre uso el mismo argumento: mira que le pudo pasar lo mismo con una que conociera en la conferencia más culta o el congreso más sesudo!
Muy buena la historia, me tenía pendiente.

Vera Finkelstein dijo...

Enmas:
Se ha probado todo y no funciona...u Hortensia no se lo cree...Será el tiempo?


Ana:
No te preocupes que sigue intentando, Avelino no es de bajar los brazos, eh.
Me alegro que te haya gustado...

Besos a ambas!

Cruella De Vil dijo...

Entonces, al final, una que se cree medio tururu, resultó reeee sanita.
Qué aburrición que soy, che!
=(