viernes, junio 23, 2006

El producto de unos dedos acalambrados

"A menudo no se está enfermo de algo sino de alguien, alguien es nuestra enfermedad. Si ese alguien desapareciera o fuera otro, nos curaríamos, por lo menos de ese mal"

Adolfo de Obieta

Ejercicio de los dedos, si no escribís, se te acalambran, es un hecho. Escribo ahora, automático, para no perder el entrenamiento. ¿y qué te puedo contar? A vos sí, a vos...
Estoy apurada, sigo pensando. Nada, rinconcito...nada...anécdotas...nada... historias, nada...Nada de nada...Y pienso, si dejo resonar la nada quizás aparezca algo ¿no? No. Si dejo sedimentar, reposar, quizás pueda flotar lo que quede, un resto...Y no. Entonces ejercito dedo contra tecla...Pienso...¡No pienses! Bueno, está bien, no pienso...Lo primero que se me ocurre es sobre este escritor que estaba leyendo que dice que él es otro, que está enfermo de otro. Ser otra...De ser otra quién sería, es claro, de ser otra como imperativo, que no pudiera ser ésta ¿no? porque en estas cosas del narcisismo uno elige ser siempre uno, para no frustrarse, viste, como un compromiso existencial... Una vez tuve que ser otra, báh, otro. Fue en un taller de teatro del colegio, todas minas, ningún pibe había elegido teatro, se fueron para fútbol. Quedamos ahí, mirándonos. Y había que hacer la obra esa de Marco Denevi "Fatalidad de los amantes", una versión cómica de Romeo y Julieta. ¿Quién se postula para Julieta? Otra y, obvio, yo. Está bien, sorteamos, dijo la profesora, pero la que no sale hace de Romeo, y bué, vale la pena intentarlo. Adivinen, sí, Romeo. No pensé qué mierda, no. Pensé, cómo mierda me enamoro de ésta y que sea creíble, cómo mierda hago de un tipo. Eminentemente práctica, no me quejé, pensé cómo hago. Y lo hice. Pero después ¿cómo me divierto haciendo ésto? Nena, me dije, es recontra divertido, pensá...Sos un tipo, esta mina te rompe los huevos, se tira en el sillón, llora, te propone un suicidio conjunto...y sí, fui otro. El resto, se dividieron entre escenografía y maquillaje. Me persiguieron con corcho quemado antes de la función, les dije "Si voy a hacer un hombre lo hago como quiero, nada de bigotes" "Pero no vas a parecer un hombre..." Es que algunos creen que sin el corcho quemado no hay pacto ficcional. En síntesis. Sin barba, sin bigotes, el pelo atado, una pollera acampanada de mi madre a modo de capa y listo. Y me divertí. Romeo tenía unos parlamentos que ni te cuento "oh daga bienhechora, es ésta tu vaina..." " he llegado a Mantua con...y bla bla bla" Le puse algo afeminado y con cara de adolescente aburrido recité...
"...Suicidándonos, Julieta y yo intercambiamos responsabilidades y ellos quedan libres. (A Julieta.) ¿Te das cuenta, atolondrada? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Tenías necesidad de obligarme a tanto? ¿Era necesario recurrir a estas exageraciones? Nos amábamos, está bien, nos amábamos. Pero de ahí no había que pasar. Amarse tiene sentido mientras se vive. Después, ¿qué importa? Ahora me enredaste en este juego siniestro y yo, lo quiera o no, debo seguir jugándolo. Me has colocado entre la espada y la pared. Sin mi previo consentimiento, aclaro. Nací amante, no héroe. Soy un hombre normal, no un maniático suicida. Pero tú, con tu famosa muerte, te encaramaste de golpe a una altura sobrehumana hasta la que ahora debo empinarme para no ser menos que tú, para ser digo de tu amor, para no dejar de ser Romeo. ¡Funesta paradoja! Para no dejar de ser Romeo debo dejar de ser Romeo. (Al público.) Esto me pasa por enamorarme de adolescentes. Lo toman todo a la tremenda. Su amor es una constante extorsión. O el tálamo o la tumba. Nada de paños tibios, de concesiones, de moratorias, de acuerdos mutuos. Y así favorecen los egoístas designios de los mayores, que aprovechan esa rigidez para quebrarles la voluntad como leña seca. (Otro tono.) Ah, pero yo me niego. Me niego a repetir su error. Todo esto es una emboscada tendida con el único propósito de capturarme. Señores, miladis, rehúso poner mi pie en el cepo. Amo a Julieta. La amaré mientra viva. La lloraré hasta que se me acaben las lágrimas. Pero no esperéis más de mí. No me exijáis más. La vida justifica nuestros amores, en tanto que ningún amor es suficiente justificación para la muerte. Buenas noches"

3 comentarios:

Naty dijo...

estoy aplaudiendo de pie, sépalo!

Anónimo dijo...

Y sí, hay que aplaudir a Denevi, por esta y tantas otras cosas.

Mientras tanto aprieto play (en realidad hago clic) y me pongo a escuchar Mi enfermedad, versión Los Rodriguez, en honor a la cita de Adolfo de Obieta.

Cruella De Vil dijo...

Exijo re enactment el sábado por la noche.
Eso sí, al Dr. Love le enchufamo una capelu y que haga de Julieta.
Igualdá seniores, igualdá!
=P