domingo, febrero 12, 2006

Ella, él y yo

Como en todas las fotos, las películas, la realidad, se muestra aquello que salió, lo que funcionó, el fruto, mal o bien, el fruto. Lo que no salió está aquí, en mi casa, llena de esta pareja que recicla los momentos más felices a las tres, seis, ocho de la mañana: cúando y cómo nos conocimos, él estaba nervioso, el salero falló y se le estropeó la comida, el primer beso que no atinaba, cuándo supimos que estámos enamorados, la primera y la segunda vuelta, cuántas veces nos pensamos, mientras nos equivocábamos con otros y otras. Se rescata lo que se puede. El y yo de la mano por Cabildo, ufana con ese globo de mi panza, y preguntándome si era felíz y respondiéndome que sí. El y yo, siempre de la mano, hasta para comprar un kilo de duraznos. La estira a un costado, esperando la mía que ahí viene. Su cara, saliendo de tratar de elegirme un celular y yo que había descubierto que quería tener un hijo, se lo fui a decir en medio de la Avenida Corrientes, llena de gente, su mirada de sorpresa, me dijo "Septiembre" en Septiembre empezamos. El también quería, pero tenía más miedo.
Otras horas están dedicadas a un repaso de todos los ex, y nos reímos de ellos, de nosotros y de esos sufrimientos que jamás se equiparan a este dolor, al agujero que dejó ella.
Me levanto creyendo despertar, pero la faja que me comprime la respiración para evitar la venida de la leche me recuerda que ella no está, ni va a estar nunca. La otra faja para la panza, los paños, los medicamentos, las hormonas para tratar de evitar que la naturaleza siga su curso. La casa de sepelios y un trámite ritual de cierre que se hace abismal, la burocracia nuevamente se ocupa de prolongar nuestro dolor.
No me puedo ver, porque la vi a ella. Su boca, su naricita...parecida a mi. No podíamos negarnos a ver aquello que hicimos juntos, hubiese sido peor.
La imaginamos hasta los 14 años, y la casa llena de amigos, y las minifaldas, y el diario que le escribía para una adolescencia rebelde....
El y yo, que nos amamos, en las fauces de esto que no se como llamar. Y alguna vez me dijeron que si hay demasiado, los dioses se ponen celosos y te arrebatan algo. Y yo no creo en dios, pero nos la sacaron y extrañamos todo lo que pudo haber sido, y las horas no pasan, entonces se llenan de amigos, de historias, y de silencios
Soñaba con nuevos mundos, ahora la sueño. Sueño que me preguntan si aceptaría sólo un día de su vida. Y digo que sí. Sueño que amamanto a un bebé extraño. Sueño con una casa que desconozco con gente no familiar. Sueño que escapo, en un caballo extrañamente complaciente, que me espera, que me cuida, que agacha el lomo para que suba. Es él.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por volver, Vera.

Besos!

sauria es una mutante! dijo...

es muy conmnovedor lo que escribiste, se siente cada "tip-tip" del teclado, y cada sentimiento y sensación.
También creo que la persona que tenés a tu lado es muy valiosa, y me tranquiliza saber que están apoyándose mutuamente en esto.

También me alegra que hayas vuelto, en especial si te hace mejor esto de escribir. Y nosotros te hacemos el aguante a full.

un abrazo enorme

Noe dijo...

Me sumo a los comentarios de los chicos... Besotes corazón.