Fastidio, Hollywood es pequeño para tí (parte I)

Ya desde Friends más o menos sabíamos que el tema de los vecinos es una construcción inigualable a la hora de divertirse fácil y gratis. Bueno, nosotros lo sabemos desde que decidimos mudarnos a este departamento viejo (época colonial según el administrador, exageración para no pagar una de las paredes destrozadas por múltiples deficiencias) de dos pisos y un puñado de seres humanos que se escuchan fácilmente. En Alighieri, hoy le toca a Fastidio. Sí amigos, somos así, nos gusta bautizar a lo incognoscible, es un acto empalagoso y altamente creativo de esta pareja. Ya habíamos tenido en la mira y en otras épocas a alguien tan críptico como La Culona, pero en Fastidio era sólo el comienzo para lo que vino después.
Le calculábamos diecisiete años, o por ahí, adolescente, antipática, típico casquito, anteojos de marco blanco, jeans caídos y trompita que no atina ni a responder con un hola al buenos días de nuestros treinta y pico. Algunas tardes, su delgada persona nos ofrecía cual glamour hollywoodense su frente y espalda, meneando un porte inexistente y erróneamente creído de ser portado, detrás de su hermano El Corto, quien sí saluda y una vez (con mucho recelo), nos prestó por un día una escalera llamada "no es mía, es del propietario". El Corto tiene arranques fastuosos, le gusta la música ochentosa (algo que podría hablar bien de sus veintipico aunque no logramos descifrar el número) pero, hay algo que no cuaja: escucha sólo el comienzo de "Billy Jean" un minuto, para luego repetir la estrategia..¡diez veces más!. Al principio pensamos que ensayaba una coreografía estilo felíz domingo, pero no...porque vinieron los eternos primeros segundos de "Mambo number five" durante una hora de reloj. Lástima, era lindo imaginar los pasitos.
Pero volvamos a Fastidio. Las paredes nos separaban, pero sólo nos revelaban su presencia las puteadas a su hermano en la habitación (que linda con la nuestra), un grito desde el baño "poopaaá (con la cadencia caprichosa) cuando van a arreglar el agoaaa!!!!" y los múltiples baños de inmersión para potenciar sus aires de Cleopatra. Hasta que una vez, luego de escuchar la aguda e insistente conchetéz de su voz decidí osar poner la oreja, Dr. Love, por supuesto ofuscado, me instó a abandonar tal actitud en aras del don de gente, y aunque traté de argumentar con mi costado curioso de analista, el famoso y explotado "poner la oreja" y hasta la invención de una posible pulsión auditiva, nada lo convenció, ofendiéndome con la insinuación: "me faltaban los ruleros y la escoba".
Pero no quedó así. Aquella tarde de domingo, llegué de hacer una compra, subí las escaleras y lo ví al Corto salir con su bici. Luego, en el baño, sentí los acordes poseídos de la marcha adolescente y dos voces: masculina y femenina. Mientras apretaba el cansino botón pensé "al fin, Fastidio va a coger ¡y nos va a saludar!". Camino a la habitación, es decir, treinta centímetros después, ví algo que quedará grabado para siempre....

Si querés saber más, leé el próximo capítulo: Fastidio, Hollywood es pequeño para tí . Parte II"