lunes, mayo 22, 2006

Schers

La llamada a pronta memoria se originó en la tijera. "Esta no anda" me dijo un pacientito ofendido mientras cruzaba inútilmente el doblez de un retazo rebelde. Miré la otra en la caja de útiles, una verde y una roja, escolares. De aquellos tiempos en que enseñaba en un colegio.
Las clases en séptimo (me niego a la E.G.B) eran francamente, desastrosas, y la que te jedi, lo suficientemente jóven, inquieta y desesperada frente a tanta hormona sobre-estimulada, trasnochados de canal Isat y deseos de ser futbolistas y no estudiantes. "Me voy a probar, seño", me decían los pibes "de qué me sirve ésto si quiero ser futbolista", y sí, hoy tendría (¿algunos?) argumentos, antes...no.
Presa de la imposibilidad de transmisión a aquellos críos salvajes y, ante la falta de motivación, tomando el pizarrón como mejor paño de lágrimas (gran error) ahí estaba, la inexperta Vera repitiendo "¡copien!", el mantra angustiado. "Seño, escribe muy rápido usted". "Sí nene", pensaba, "descargo, descargo". Hasta que un día, tratando de explicar mediante gráficos, los amores y desamores de los dioses griegos (quedaron líneas confusas, entremezcladas, un quilombo) escuché risotadas por atrás. Temerosa, giré en círculo sobre los tacos de las botas, que pretendían sostener el hilo restante de integridad humana. La visión fue fulminante y surrealista. El noventa por ciento de los pibes sostenía tijeras en manos alzadas al aire, blandiéndolas como si fueran espadas de Darth Vader.
-Pero...¡Qué significa esto!
En medio de carcajadas, casi sin poder pronunciar, el líder del Tijerazo me respondió.
-Usted se la pasa diciendo que la cortemos...Bueno, para eso necesitamos las tijeras.
Se me ocurrió algo aún peor mientras mi presión sanguínea bajaba aún más.
-Entreguen todas...Ahora.
Se plantaron, balbuceando verdades del tipo "Hacemos lo que usted dice y...la cortamos..." y otras más elaboradas. Tenían razón, habían despertado al monstruo infantil. Me veía odiándome, ante cada situación amarga mechando con un "cortala" por aquí, un "córtenla, che" por allá. En vez de la salida creativa que se me ocurriría ahora, en vez de pensar en el corte, la castración y todas las versiones psicoanalíticas dialécticas que te podrías imaginar, procedí a confiscar una por una, en medio de berridos, quejas y estallidos desafinados.
Al otro día el desastre del Tijerazo pasó a mayores. Un séquito de madres con cara de orto me esperaba en la puerta. "¿Usted le sacó la tijera a MI hijo?" acusaban con miradas reprobatorias. Traté de explicar sin conseguir la mínima escucha posible "Yo no puedo comprar otra...las robó... devuélvalas ahora mismo...No puedo afrontar una nueva...la necesitan para la hora de plástica..." Los niños cantaban victoriosos del otro lado del vidrio mientras observaban gustosos mi cara derritiéndose al calor de sus progenitoras. Me negué a entregar los botines hasta que no se comportaran como era debido. La directora comatosa, también intervino "Decimeeee....Vossss...¿Les sacaste las tijeras a los de séptimoooo?...." Le conté la historia, cubierta por un manto de humillación de tamaño universal. Temerosa de "lo que dirían los padres" la mujer me instó a devolver los tesoros confiscados.
"Quid pro quo, Clarice" dice Hannibal. Les prometí que no diría más "cortála", ellos prometieron guardarlas en el fondo abisal de sus mochilas y usarlas sólo en casos meritorios.
Pero, dos chicos de los primeros bancos decidieron conmemorar la fecha patria de la declaración del Tijerazo... todos los días. Ante cada situación de trabajo y felices por haber participado, aunque fuera una vez, en un movimiento popular, sacaban las dos desafiladas a relucir, riéndose solos.
Esas dos las confisqué para siempre. Ahora otras personas pueden darle un uso curativo.

7 comentarios:

sauria es una mutante! dijo...

es dificil capitanear una subversión de mocosos en masa eh!
Qué otras salidas ingeniosas se te ocurren ahora, tiempo después?
Queremos saber!

sauria es una mutante! dijo...

La tonta de mi compañera de secundaria marcela, maestra ahora (pobres pibeeess!!) contaba, orgullosa, que un pibe en un recreo le dijo "Seño, qué pasa si le pego a una maestra?" y la pelotuda no tuvo mejor ocurrencia que decirle "Por qué no le vas a preguntar a la sra. directora?" y ahí nomás lo arrastró a la dirección.
Noooooo!!! sabés la fiesta que me hacía con el pibito!! si hay algo que no tolero es la falta de humor de los maestros. (bue, en el caso de marcela no es sólo humor lo que le falta...)

sauria es una mutante! dijo...

ah... "sabes la fiesta que me hacía con el pibito" no suena como quisiera... sería algo así como "que buena oportunidad para desafiar mi creatividad y entre los dos pensar alguna estrategia para salir a pegarles a las maestras".

Vera Finkelstein dijo...

Sauria
En principio la única estrategia es la del humor (como señalaste vos). Se me ocurrió ahí, luego del incidente me pregunté qué mierda estaba haciendo mal. Eso, no me divertía, cuando me empecé a reír de mí misma y con ellos ¡Santo remedio!
Besos!

Naty dijo...

los niños son terribles, sobre todo potenciados, sin embargo, un poco de humor, un poco de psicoanalisis y mucho cinismo, siempre dan en la tecla con ellos.
besos verita

la enmascarada dijo...

Ahora dentro de todo, menos mal que les decías "cortála" y no "acabála", porque ahí si que se podría haber puesto fulera la cosa ...(digo)

Vera Finkelstein dijo...

Tía:
El cinismo tá bueno también...la ironía...

Enmas:
Sí, acabála no va muy bien, te digo que eran capaces eh...