Sí, mis amigos, estuve dejando correr el agua por un buen rato, pero no podía dejar escapar de este Hall of Fame de Alighieri a un personaje realmente entrañable: La Doctora.
Hace más de 25 años que trabaja allí, varias fotos extraviadas por Alighieri denuncian que era realmente joven cuando ingresó, junto con los médicos que la secundaron, y a los cuales modeló, con éxito, a su antojo, cual arcilla en sus manos. Ahora tiene más de setenta años, pero su semblante no ha cambiado, un brillo extraño persiste en sus pequeños ojos marrones.
Es la jefa de La Guardia, del personal médico y no médico. Pero ustedes se anticiparán a saber quiénes son sus favoritos... Cualquier profesional no médico que ose poner su culo allí, tiene los días contados, aunque sea que se hubiere acercado a hablar con uno de los polluelos sobre la salud de un paciente común, ella entra, mira como atravesando el cuerpo, y te echa de la manera más humillante posible.
En una de las paradojas cotidianas que la acompañan, te ordena insistentemente que completes las historias clínicas, cuando osas hacerlo, sentado en un rincón, birome y sello en mano, ella entra como una tromba diciendo que “estorbás” y que “ahí tiene que trabajar otra gente (“más importante”) y prácticamente te levanta del brazo, como tus padres pudieron hacerlo en algún recuerdo infantil sobre alguna que otra travesura mal pensada.
Luego del almuerzo con sus polluelos, La Doctora toma la fruta del postre, la pela y corta en cuadraditos, luego la pone en el centro de la mesa, invitándolos al ritual diario de compartir.
Tiene conceptos netamente médicos bien arraigados, detesta y critica a todas las otras disciplinas restantes, que no sean pura y exclusivamente médicas. La psicología no tiene cabida, trabajo social tampoco, y hasta la psiquiatría (de clara estirpe médica) no es bienvenida en su escala de valores, las trata cual religión: simplemente no cree en ellas, por este motivo acercarse a hablar de la salud de un paciente es un desafío al que pocos se atreverán, no sólo porque mientras le hablamos jamás se sienta y siempre atiende y escucha a varias personas al mismo tiempo, sino porque, a la pregunta sobre las intervenciones médicas que se realizan o realizarán sobre nuestros pacientes contestará con un “no te metas” o “no le cuentes mucho sobre esta intervención que le practicarán”, demostrando que ignora o quizás saltea las leyes sobre bioética, sobre todo la de “consentimiento informado”, desconociendo además que saber qué van a hacer con uno y por qué, reduce considerablemente la ansiedad y el stress, pero esas son palabras herejes en su vocabulario.
Pondera el trabajo en equipo, pero han sido varias las ocasiones en que profesionales hechos y derechos hemos llegado a la institución y nos hemos enterado por la boca de extraños que un paciente nuestro ha sido internado o está muerto, y La Doctora, portando su semisonrisa especialmente adecuada a estos casos, al preguntarle acerca de ello responderá "¡Y claro querida!...hace tiempo que tenía "tal enfermedad". Siempre es inespecífica cuando osamos preguntarle sobre la salud de algún paciente, no precisa datos, o lo hace rápida y escuetamente, esgrimiendo términos exclusivamente técnicos, como si no quisiera que entendiéramos lo que dice.
En cuanto a su vida particular, nunca se casó, juntó o vivió con algo o alguien, no tuvo hijos, vive con su madre…Hace años que lucha contra una enfermedad incurable, logrando que nos preguntemos si es puro estoicismo o simplemente aquel dicho sobre la hierba estaba en lo cierto…
viernes, diciembre 30, 2005
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