jueves, septiembre 01, 2005

Amor Gástrico

O.K. Estoy netamente amarillista, me acogí a la enmienda chusmífera, pero dejen que les explique. Estoy descubriendo que la comida tiene que ver con el amor. Ya sé, ya sé, el bebé, la teta, todo eso, es un claro imprinting en el comienzo de nuestras vidas, sí, pero después... todo continúa. Nuestra forma de comer, las elecciones, cómo cocinamos, nuestros vínculos gastronómicos tienen mucho que ver con la demanda ¿y qué es toda demanda si no es una demanda de amor?
En Alighieri se dan cuestiones con la comida que exceden los límites del trámite. Hay rituales, quejas, actitudes, formas, etc. que están tratando de manifestar algo. Vean un ejemplo. En el almuerzo, nos reunimos todos los profesionales, seremos unos ocho, aproximadamente. Cada uno con particularidades en cuanto a lo gastronómico. Selma odia el pollo en todas sus formas, puede transitar el día sin probar bocado, sin sentirse necesitada de ingerir nada sólido. Patty odia la comida institucional, hay períodos en que se lleva su alimento, ensaladitas por ejemplo, otros se resigna (cuando no van con Selma a adquirir algo que las sacie y conforme en el kioskito cercano). Es alérgica a la pelusa del durazno (opa!) y en una época veraniega, para bajar de peso, hizo una dieta extraña, algo de todo un día carne, todo un día frutas, etc, que le copió a Que-mistri, el bioquímico, y se ponían esas cositas en las orejas (semillas? imanes para atrapar las grasas? qué?!), pero la zapán seguía firme ahí. Ahora Que-mistri dejó la diet, y come lo que venga. Mi amigo el Kine (siólogo) come siempre, fideos (que se hierve en un "cacharro" de cuarta, que hay por ahí) de entrada y luego de primer plato jurel, que es como una caballa pero más fuerte, y d etercer plato, la comida institucional. La Lic. Rottenmayer come absolutely every fucking day lo mismo: un sandwich de queso, en pan negro, ahora inorporó una sopita, para el invierno, no sea que se congele aún más su alma, y quede cual disney. El Hada Dentífrica come de todo, a veces se lleva un mix de verduras y hace ensaladas, pero nada ritualístico. La pequeña Gertrudis, come la dieta gástrica de la institución, después ataca, si sobra, lo que quede de lo nuestro, y después se come o cinco naranjas, o cuatro mandarinas, o varias repeticiones de algún postre frutal del día. Y yo, como la comida institucional, cuando no me gusta lo que hay opto (ya que en la zona no hay ningún parador, restaurant, bar, barsucho, súper, o algo en donde se pueda comprar algo) por ir a un kiosco, cruzando la avenida, en donde venden unos sanguches de jamon crudo y queso a $ 2.50, que zafan bastante, con eso tiro un poco.
Pero lo que estaba tratando de explicar es el vínculo de la comida y la demanda de amor. A Patty, nada le viene bien, nunca, mira todo con cara dubitativa o de asco, no usufructúa la heladera, le parece un territorio hostil, no usa los platos institucionales, lleva propios, en fin, la distancia es su fuerte. Vincularmente es así también, un día está, el otro desapareció y no sabés por qué, se lleva bien con su perro, hombres de vez en cuando, pero preferentemente no, ciclotímica por excelencia, copia una dieta, lleva su comida, busca algo que no encuentra. Selma es contradictoria, no muestra su juego, puede permanecer sin comer, con un comportamiento digno de un asceta, para luego pararse y declarar con voz famélica que muere de hambre. Quemistri es todo un tema, nos llevaría un nuevo post. Gertrudis, voráz, pide todo, no da nada, nunca, todo sirve para engrosar las paredes de su narcisismo gástrico. La Rottenmayer, todos los días the same, bueno, saquen conclusiones, no hay ahí pulsión alguna, todo está controlado en ese sanguchito de queso, el alimento y el amor, no importan... El Hada Dentrífica... ahí estaríamos hablando de una excepción a la regla, ya que el diagnóstico varía entre una neurosis histérica grave, o una perversión, cosa que no sería moco de pavo, pero, misteriosamente, no logro encontrar una regularidad en su conducta alimentaria, salvo que muchas veces quiere lo que tiene el otro, y llega a límites insoportables, como pelearse por un pedazo de pollo, o ha llegado a robarle la dieta gástrica a Gertrudis (sin saber que ella estaba, por supuesto), y la escena de las dos peleando por el puré de zapallos, inevitablemente se ha quemado sin retorno en mi cerebro.
En toda esta reflexión, me valdría darme con un caño a mí también ¿no? A ver...como la comida institucional...cuando no me gusta busco otra cosa...no tengo dietas ni credos...en fin, no me encuentro, o sea que si pueden dilucidar algo, ustedes, queridos lectores, escriban su opinión. Obviamente, nunca el autoanálisis fue el fuerte de ningún analista, sin poder evitarlo hay cosas que se escapan...

2 comentarios:

Unknown dijo...
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Unknown dijo...

Lo único que te puedo decir para que te autoanalices mejor a nivel de "Amor gástrico" es que conectes este post con el anterior (Escenas bizarras... II), y dilucides qué significó que el hijo del Hada Dentífrica haya birlado tu comida. Si querés ir más allá, podés analizar también qué relación tiene la palabra "birlar" con "hijos de" ("El sacabocados de la vida").
Podrías también chequear "Voraz", que creo contiene material de sobra.
Ni hablar de "Culpa mon amour..."
¿Asociación libre? Nah, I don't think so...