No. Definitivamente ninguna de esas opciones le iban a la Vera de antes (ni a la Vera de hoy), ni a la vera del Guadalquivir. ¡Pensá, pensá pensá! Repetí como mantram con ojos desorbitados hacia todas direcciones, las fotos se repetían desenfocadas, es que cuando pierdo los estribos ( y eso le pasa a muchos) no registro espacio ni tiempo. Pero la memoria tiene vericuetos que gritan presente a la hora señalada.
Algo así como nueve años atrás (en aquel entonces), sí, nueve. Cuando recién comenzaba la carrera (ja, simbolismos) los profesores exponían generalidades sobre psicología, que en sus primeros intentos de ser ciencia, estudiaba la etología (conductas de los animales) y extraía ciertos dudosos conceptos de allí, sobre todo nuestros insidiosos conductistas yankis. Volví a los primeros años, sentada entre multitudes escuchando y leyendo: que ratas de acá, que ratas de allá, todo con los pobres bichos. Estudiando el sistema nervioso de nuestras nocturnas amigas y tratando de dilucidar los tipos de memoria (en otro nivel de abstracción) varios científicos utilizaban, sí: ¡los laberintos! Una imagen recorrió mis (o mi, como gustéis) neurona/s. Una pequeño invertebrado blanco corriendo entre los recovecos sin cejar para encontrar al fin, la comida. Más allá del instinto, de los sentidos, varias fuentes ciertas aseguran que estos escurridizos roedores ( y otros tantos) pueden recordar un mismo camino hacia la carnada luego de unos segundos de haberlo intentado con éxito la primera vez. A los muchachos les parecía curioso y preguntaban "Si hay instinto ¿cómo el mismo camino?. Los animales ¿aprenden?". Sí, la memoria a corto plazo puede reconstruír información nueva y breve a pocos segundos de haber pasado por ella. Entonces, verificado el dato, me quedaba poco tiempo.
La media vuelta transformó el paisaje obnubilado en una hoja milimetrada, existían mojones que, a pesar de la furia, había transitado algún lugar de mi aparato libre de toda emoción vinculada con la pelea. Empecé por los árboles, unos pocos huían de la perfección de los cuidados canteros de piedra. Seguí por la fuente "por acá ya pasé antes" me dije, caminé hasta el bar donde todavía sonaba el mismo sevillano. Cabizbaja desandé veredas al atardecer , buscando irrepetibles señales grises y por fin me distendí; todos los caminos conducen a Roma, y mi Roma, estaba en una calle diminuta que se cortaba con otra, en diagonal: un bar con sombrillas. El colonial sin nombre, entre todos, se distinguía por un piano en la recepción, junto al que me había tomado una foto apurada unos minutos después de dejar las valijas. Seguía allí el azul cerúleo de las venecitas en la entrada. Me había tomado tiempo. Frente a él y victoriosa al fin, la psicología había ayudado, esas ruines clases generalistas rendían sus tardíos frutos.
De eso se trata mis amigos, desandar los caminos, ya sea para olvidar, para reinscribir o sólo para que deje de doler...
( Si desean otra historia de perderse, prometo risas en la próxima, pero sólo si lo desean...)
miércoles, abril 26, 2006
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10 comentarios:
Vera, si realizabas un análisis psicológico más profundo aún, hubieses visto que en realidad, el hecho de perderte respondía al deseo de NO QUERER VOLVER con el tarado que te acompañaba. Quizás tu psiquis te protegió todo el camino del tipo que te esperaba en el hotel, borrando todas las huellas del retorno. Pero quizás tu miedo (?) o domesticación pudo más que tu instinto de supervivencia y pudiste reconstruir el plano de regreso.
Probablemente haya sido un regreso sin gloria, odiando recordar los canteros, los árboles, las venecitas, el piano. Todo los elementos que te traicionaron en tu intento de fuga.
Por suerte, finalmente y años más tarde, la historia fue otra.
dale, contá de la otra más graciosa. Esta no me causa gracias, snif...
El "análisis profundo" está ahí mismo, no me pareció ponerlo directamente, quise narrarlo a través del encuentro, desencuentro, qué pasa con la pérdida-el que se pierde-lo que se pierde... (cambio de lugares usted lee yo escribo)La carrera, el recorrido, la memoria...Me extraña que no haya reparado en el intertexto o no logré que usted pudiera...Hubiera sido otra cosa si escribía directo: "me perdí porque no quería ver" ¿no?
Ya viene la de reírse...pero es con el mismo pelotudo....
ese pelotudo seguramente te habrá ayudado a perfeccionar tu sistema de selección, al menos. Ningún camino es en vano, si se sabe capitalizarlo
Tal cual, Guza, después de un tiempo pude...bien por lo de pelotudo (no te imaginás!)
ah perdón, tengo la compulsión de desarmar las cosas para poder entender mejor su funcionamiento. el arte dura poco conmigo, la ansiedad me puede.
:o(
Verita:
Al final, la canción surtió efecto!
Faaaa!
Ya le cacé la vuelta.
Usté se las da de eruCtita pero también tiene el sí fácil.
MUEJEJEJE
=P
Hablando en serio, aunque me cuesta, he desarrollado a lo largo de los años y a través de encuentros y encontronazos con pelotudos de toda índole y tamaño, una memoria selectiva.
No me pregunte cómo porque ni yo lo sé.
Pero cuando yo digo Delete a alguien en mi cabeza... cosa é Mandinga, vea.
Como mecanismo de defensa tá re pulenta, le aseguro.
=)
PD: Quiero "la de reírse", aún con pelotúmeno de por medio.
Bueno... ahora mi turno, Cruella... porque vio, estos pelotudos contagian.
La apoyo a Cruella. (Y vemos quién.. qué)
¡Póngase la de la risa! ¡A tipear carajo, que algún pelotudo se sentirá identificado y se verá al espejo como realmente es!
Sauria:
Ya sé...disfrutar sin pensar (¡qué difícil!)
Cruella:
Efectivamente como ustet dice: tengo el sí todo terreno...Me convence con canciones y chocolates!
Yo no tengo delete, especialmente porque la memoria es algo que me impide volver a cometer el mismo error (generalmente, eh)
Funes:
Ahí le va otra historia, me alegro que las pida....
Verita:
Eskius mi...
Me parece a mí o el tal Funes me tá acosando?
Miní Funes, miní...
MUEJEJEJE
=P
Cruella, deje uno...pal postre!!!!
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